Su culto entre mitos y leyendas San Expedito es uno de los santos más populares en muchos países como Austria, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Filipina, Francia, Italia (sobre todo en Sicilia, Campania e Lombardía), Alemania, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Rusia, España, Turquía, Uruguay, Venezuela,EE: UU.
Su existencia se ha puesto en dudas muchas veces. Según Hipólito Delehaye, historiador jesuita y hagiógrafo, el nombre de Expedito viene de una lectura errada de Elipidio, un mártir que murió en Melitene junto a su compañero de nombre Ermogene, pero son solo tesis que indican que todos ellos junto a Expedito pertenecen al mismo grupo de mártires hasta que llegaron a identificarlo con una sola persona.
Y el nombre de “Expeditus” sería más bien un adjetivo que en latín significa (libre de cargas) que en lenguaje militar indicaría a los miembros de la infantería ligera, pero todo es bastante indicativo ya que es un santo muy antiguo de la era de las persecuciones de Diocleciano.
Este juego de palabras hizo que se convirtiera en el patrono de los comerciantes (que debían realizar acuerdos con rapidez) y de los navegantes por la misma razón también se reza por los que están sometidos a pruebas y el éxito de estos procesos. En torno a su figura nacieron varias leyendas, la más conocida es la del “milagro del agua” en la época de Marco Aurelio. San Expedito era comandante de la XII legión romana, llamada “La Fulminante”, que estaba luchando contra los bárbaros en la región de Alemania (actualmente Armenia y Turquía).
Cercados por sus enemigos, sin comida ni agua, sólo un milagro podía salvar a los soldados. Cuando los bárbaros se acercaron para el ataque final, los soldados romanos se arrodillaron y se pusieron a rezar como habían visto hacer a los cristianos, pidiendo a Dios una solución urgente.
Expedito conocía muy bien la historia de Jesús y se conmovía con sus enseñanzas y su actitud ante la muerte, pero como era un General de División romano y una de sus tareas era perseguir a los cristianos, siempre dejaba su conversión para el día siguiente. Pero sabiendo que se acercaba el ataque final con los barbaros y con muchas pocas posibilidades de ganar la guerra, los soldados romanos arrodillados se pusieron a rezar imitando a los cristianos y pidiendo a Dios una solución urgente. Los bárbaros, perplejos ante la actitud de sus enemigos, detuvieron el ataque y en ese mismo momento el cielo se volvió negro y cayó una gran tempestad y los soldados sedientos del comandante Expedito recogieron agua en sus cascos y bebieron, recuperando las fuerzas y de ese modo ganaron la batalla.
Desde ese momento muchos de los soldados se convirtieron al cristianismo y Expedito fue tocado por la gracia divina y en el momento de su conversión se le apareció el espíritu del mal en forma de cuervodiciendo “Cras, cras, cras” (que en latín significa “mañana”), pretendiendo que dejara la conversión para más adelante como lo venía haciendo, dudoso por el miedo al martirio, pero él pisó al cuervo diciendo “Hodie, hodie, hodie” (en latín “hoy”).
Después de todo lo sucedido, las dudas se disiparon y decidió dejar el ejército de los hombres para ingresar en el ejército de los cielos, dando testimonio de su fe en Cristo hasta su bautismo de sangre en el 303 donde fue martirizado y decapitado en Melitene. Sus restos jamás fueron encontrados porque seguramente los cristianos de la época por miedo a los saqueos lo escondieron muy bien.
A san Expedito generalmente se lo representa vestido como soldado romano que pisa el cuervo que grita “cras, cras,cras”; en una mano la palma del martirio y en la otra una cruz que al principio era un reloj, con la escritura “hodie”.
Si es que necesitas el favor para una causa urgente, puedes pedirle a san Expedito que te haga de intermediario junto a nuestra Madre la Virgen María rezando la siguiente oración:
¡Señor Jesús, acudo a tu auxilio!
¡Virgen Santísima socórreme!
San Expedito, tú que lleno de valor abriste tu corazón a la gracia de Dios
y no te dejaste llevar por la tentación de postergar tu entrega,
ayúdame a no dejar para mañana lo que debo hacer hoy por amor a Cristo.
Ayúdame desde el cielo a renunciar a todo vicio y tentación con el poder que Jesús me da.
Que sea yo diligente, valiente y disciplinado al servicio del Señor,
y no me acobarde ante las pruebas.
Tú que eres el santo de las causas urgentes,
te presento mi necesidad (intención).
Sobre todo te pido que intercedas por mí para que persevere en la fe,
y así llegue al gozo del cielo con Cristo,
con la Virgen María, los ángeles y los santos. Amén
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